Monday, September 20, 2010

De pie en la entrada, se miraron cómo si no hubiese nadie más importante en el mundo que el uno para el otro, y sus labios se fundieron en un tierno beso, se tomaron de la mano y ella le dirigió al segundo piso.

Sentada en el borde de la cama con su cabeza inclinada tiernamente de lado lo observaba enamorada. Y él, de pie en medio de la habitación le miraba fijamente y pensaba. Cómo aquella hermosa mujer que ahora coqueteaba con la oscuridad y las luces que se colaban por la ventana le había robado su corazón. Ella le regaló en ese momento una dulce y tierna sonrisa mientras con su mano le indicaba suavemente que se sentara a su lado.

El aún se encontraba perdido en su angelical belleza. Sin poseer grandes riquezas ni grandes comodidades se sintió el hombre mas afortunado del mundo. Se sentía completo cuando estaba con ella. El vacío que le había acompañado durante mucho tiempo había desaparecido pues ella lo había llenado. Se acercó a ella lentamente. Se sentó a su lado y la miró a los ojos.

- Eres la mujer mas hermosa de esta tierra mi Angel – le dijo mientras le acariciaba el rostro
- Si realmente te conocí en otra vida, y tuviera que esperar muchas vidas más para volverte a ver, lo haría – le dijo

Ella lo miró en silencio. Lo miraba como queriendo devorar sus dulces labios en un beso. Y se entregaron el uno al otro. Se fundieron sus labios con sabor a pasión y locura. Entregaron su alma, cuerpo y corazón en un beso, en una caricia, en un susurro. Sus corazones latían aceleradamente pero su mismo calor les devolvía el aliento. El se embriagaba en su cabello. En su aroma corporal. Su exquisitéz le volvía loco. Descendió lentamente por su cuello y se perdió en sus delicados hombros.

Avanzaba poco a poco como si quisiera saborear la dulzura de su piel en cada poro de su cuerpo mientras le susurraba cuanto la quería. Se tomó su tiempo para reconocer con sus labios cada centímetro de su figura. Para navegar en el océano de su piel. A la deriva. Sin ansias de regresar a tierra firme. Quería detener el tiempo. Quería que cada segundo durara una vida entera pues solo así podría amarla para siempre. Muy pronto el aliento cálido y la respiración entrecortada parecía llevar una armonía ritmica entre los dos. No se dieron cuenta cuando las ropas salían sobrando y los cuerpos se fundían en una danza hermosa y dulce en la que la memoria no tenía importancia. En la que no se sabía quién era quién.

Se olvidaron de sí mismos. Olvidaron sus nombres para entregarse el uno al otro. Para saciar su deseo. Para romper las barreras del tacto y llegar más allá de la piel. En una noche en la que solo las estrellas y la luna fueron testigos de su encuentro.




1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Me transportaste a una de tantas noches juntos mi amor... sos la luz en mi vida junto con 2 personitas más... te amo M!!!

12:57 PM  

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