Friday, June 30, 2006




Me encontré sudando frío y tiritando en el borde de mi cama, descalzo atravesé la puerta de tu ausencia, y ahí estabas, entre roca mojada y arena blanca, con tu cabello acariciando la brisa del mar, observando la espuma y el agua salada rozar tus pies.

Lentamente me acerqué, tomándome mi tiempo, como exprimiendo cada segundo que pasa para guardarlo y congelarlo en la eternidad, con las estrellas como testigos mudos y brillantes miradas y la arena dibujando el rastro de mi inquietud.

Me senté a tu lado, me llené de tu presencia, calidéz del espíritu, silenciando los demonios que vigilaban sigilosamente entre las sombras, me embriagué con tu sonrisa, me perdí en tu mirada, enloquecí en tí, contemplé el instante en que me hablabas con tu ojos, en que tus manos se posaron sobre las mías, me cantaste, me cantaste con tu voz de angel y tus labios de seda, me extraviste en un beso y el calor de los rayos de luz blanca atravezaron el cielo y se regocijaron al contacto con tu piel…

Mis ojos se abrieron, la fogata aún esta encendida, las olas del mar gritan al compás del silencio nocturno, el cielo y las estrellas me miran indiferentes y los demonios vuelven a reír…

Te busqué, grité tu nombre …



Una estrella fugaz trazó una pincelada en el firmamento…



Le pregunté por tí …

Y esperé despierto el alba, en vela, mientras dormías, esperé en guardia para que el universo no caiga sobre tí, esperé despierto… y una vez más el alma y el corazón se elevaron en la inmensidad del cielo por entre las nubes para llegar a ti, una vez más me senté en la orilla de tu cama y te observé en silencio, una vez más rocé la dulzura de tus labios, una vez más me aferré a tu cintura, una vez más naufragué en tu cabello y me fundí en tu piel, una vez más te susurré al oído lo mucho que te extraño…

Y esperé despierto, con la mirada perdida en el último aliento de vida que exalaba el fuego sobre la arena, mientras las estrellas se ocultaban tintilantes sobre mi, una a una…