Wednesday, March 29, 2006


Como no extrañarte,
si me embriagaste con la dulzura de tus labios,
si cultivaste un jardín de caricias en mi pecho,
si enloquecí en el aroma de tu cabello,
si me extravié para siempre en la suavidad de tu piel,
si me hiciste naufragar en los contornos de tu delicada figura,
si derribaste los muros de mi alma y derretiste mi espíritu,
si cuando me miras me debilitas,
si cuando me sonríes me fortaleces,
si reconstruiste mi ser con la ternura de un beso,
y la calidéz de un abrazo,
Si me abrigaste con tus alas de angel
y tu celestial presencia,
si habitas siempre en mi mente y
te adueñaste de mi corazón.


Como no extrañarte,
Si morí y volví a nacer contigo…



Sentí el vacío en mi interior y corrí a buscarlo,
por tierras ignoradas por la humanidad en
sus miedos constantes, envueltas en incesantes banalidades,
por ellas corrí, por ellas anduve, por ellas caminé, por ellas busqué.
Descendí a las profundidades del olvido, y me adentré en la
oscuridad de la desolación.
Sentí correr, mis piernas ardieron
sentí gritar, y expulsar mi pasión con el aire de mis pulmones
sentí el vacío en mi interior y corrí a buscarlo.
Y lo ví, en el rincón mas frío, tirado en la nieve, en la sombra,
olvidado y maltratado por el tiempo, mi corazón agonizante,
lo recogí y lo introduje de nuevo en mi pecho,
entonces miré atrás y entendí,

ya no recordaba el camino de regreso…

Wednesday, March 15, 2006



Entre dormido y despierto...
Nunca supo exactamente que fué, pesadilla, susto o sobresalto, pero se levantó de su cama con una gran incertidumbre, un sentimiento que le carcomía la tranquilidad en medio de la noche, y le arañaba sus adentros, una sensación que iba mas allá de su entendimiento, como si algo o alguien le estuviera ordenando que se mantuviese despierto, que caminase sobre el suelo frío, envuelto en abrumadoras tinieblas.

Se encontró con los pies dezcalsos y el pecho desnudo, mirando al cielo, obscura infinidad negri-azul que se extendía mas allá de su razón, brillante como nunca; su corazón bombeaba oleadas inmensas de emoción y exaltación, producto de la escena de la cual era testigo…

El cielo descendía, ardiendo en pequeños pedazos, ante sus ojos, como miles de líneas que atravezaban la atmósfera desde donde asoma el alba hasta el ocaso, como si fuesen seres enviados del cielo a exprimirle las sonrisas que guardaban sus labios, entonces la tierra desapareció, el firmamento se extendió a su alrededor, y una quietud arrasadora se apoderó de su conciencia, envolviéndola en una pequeña pero calidá sensación de alegría que le recorría la piel y le hacía caminar en las nubes.

Atravezó los portales de la paz interior, y se refugió en el abrigo del hogar, uno que nunca había visto en su vida, una edificación vacía, con pilares por construir y habitaciónes por rellenar de risas y felicidad, un lugar donde escuchó voces; ángeles que dialogaban entre sí, ángeles que reían y jugaban con increíble ternura e inocencia, con aroma a violeta y Jazmín, dos infantes y una mujer, con ropajes de oro y plata, cuyas voces transmitían una celestial melodía, las voces más bellas que pudieron presenciar sus oídos, su corazón le apretaba el pecho al reconocer la voz de la mujer, y sus ansias le empujaban el deseo incontenible de reír con ellos, mientras se acercaba cauteloso para contemplar a las criaturas con la energía mas hermosa que había sentido.

Profundizó hacia la verdad alucinante, hacia el abrazo del alma, hacia el nuevo amanecer de su existencia…
y se encontró tendido, recostado en la arena, sintiendo como el agua del mar le acariciaba los pies, y la espuma blanca tímidamente abrigaba su desnudez, el silencio le arrullaba el espíritu y la cercanía del alba le invadía la visión. Entonces, tiernamente observó, su figura acercarse, en seda tejida por las diosas de la belleza, desplegada por el viento, suave como la brisa del océano que señía su delicada, hermosa, y encantadora figura, y bañada con el perfume de los mas gloriosos jardines de la tierra.
Ella se recostó en su pecho desnudo, y él se embriagó en el exquisito aroma de su cabello negro como la noche que acababa, y brillante como las estrellas que se despedían, y sin reparo alguno sus ojos se encontraron al salir el sol…

Hola – le susurró ella al oido.

Y él reconoció su voz.





Thursday, March 09, 2006




Recostado en su cama, con el sol colándose por su ventana e iluminando los momentos finales de su día, con las grietas en su piel suave como papiro, marcadas por la vida y los años en sus hombros, aferradas a sus huesos carcomidos por el tiempo, miró a la muerte a los ojos y caminó con ella hacia la puerta de su descanso, se detuvo unos segundos y contempló su vida, su niñez, su juventud, su madurez, sus experiencias, tristeza, alegría, sufrimiento y regocijo, una sonrisa se dibujó en su rostro y sus ojos se inundaron de sentimientos encontrados.

Cruzó la puerta de metal luminoso y marcos desgastados, y avanzó hacia su destino, incierto, herrante; entonces, una figura brillante y noble con voz firme y dulce, que emanaba un calor que nunca había experimentado, le detuvo y le preguntó:

- Que fué lo que mas te gustó?

El hombre levantó su rostro, frágil como el cristal más fino, una suave brisa le revolvió su cabello blanco como la luz de la luna y las nubes que estuvieron en su cielo durante su estadía, cerró sus ojos y utilizó su último aliento, para recordar su angelical presencia y contemplar su encantadora mirada una vez más.

-Ella.

Respondió el hombre…


Extraviado

En algún lugar de su mente, donde nadie le conoce, donde las tinieblas le rasgan el espíritu con tajante crueldad, y le agrietan la existencia con sabor a metal oxidado, navegó en los ríos de la razón, pero se encontró a la deriva en un océano de locura, donde su frustración le condujo por oleadas de fuego que le calcinaron las entrañas, donde se desprendió de su alma, donde las oscuridad viajaba por sus venas y la sangre sabía a piedra caliza, donde sus piernas ardieron sumergidas en barro putrefacto y enredaderas que alimentadas por la insuficiencia y la derrota, le impedían el regreso.

En ese lugar quiso sentarse en un rincón y hablar consigo mismo, pero nadie respondió…

Saturday, March 04, 2006

... su alma lloró.

La noche nacía en el firmamento, y la debilidad del espíritu le hizo sentir la tristeza de sus palabras, le desgarraron su interior, le llegaron hasta lo mas profundo de su ser, hasta donde solo ella podia llegar.

Abrumado por la impotencia y con el corazón derretido, gritó, gritó con sus manos tan alto como podía, y su alma le abandonó, le dejó ahí sentado frente al brillo incesante de su monotonía, dejo su cascarón y salió caminando, miró hacia el cielo y voló, atravezó el cielo, donde casi podia tocar las estrellas, dejando la tierra atrás, y suavemente descendió, atravezó la puerta, subió las gradas para acercarse cada vez más, se detuvo a la orilla de su cama, y ahi estaba, gritando el dolor de su corazón con lágrimas, la contempló por unos segundos, se sentó a su lado la miró a los ojos y secó su llanto con sus dedos, el aroma y suavidad de su piel le era conocido, y se aferró a un tierno abrazo…

Intentó desesperadamente consolar el llanto del espíritu, del alma, del corazón, pero el daño estaba hecho, asi que acarició suavemente su rostro y su frente hasta que el cansancio le hizo cerrar los ojos a un día que se acababa, se levantó, la contempló por última vez y una lágrima resbaló por su mejilla…




Alter ego
Se quedó allí sentado en la madera, observando la gente pasar a su alrededor, sus pulmones se llenaron en una bocanada de aire y sus dedos profundizaron en el bolsillo de su gabardina, tomó un cigarrillo entre sus labios y la llama de su encendedor se reflejó en sus lentes oscuros mientras aspiraba el tabaco. Depositó el paquete de nuevo en su bolsillo junto a su Action Express calibre 50, su tenebrosa tranquilidad y su macabra seguridad eran proporcionadas por la calidad de su trabajo y los años que su carácter había experimentado en autoentrenamiento, aprendió a ser paciente, y a que las cosas llegaran a él por si solas.




Su interior era del material que están hechas las rocas y los minerales más duros, su corazón era tan frío como una madrugada en lo alto del Himalaya aunque muy muy en lo profundo sentía ese calor que solo experimentan los que han amado alguna vez, nunca se había interesado en el contenido de la vida, pero su alma siempre se habia aferrado a ella.

El tabaco se iba consumiendo poco a poco, mientras que él con una actitud pasiva, como la de un anciano que se sienta en su mecedora a esperar el tiempo, aguardó, hasta que sintió su presencia, su energía, su olor; lo sintió pasar a sus espaldas, caminar hacia cualquiera que fuese su destino, y entonces se levantó y se enrumbó en su misma dirección, su garbardina se movía con el azotar de la brisa que le acariciaba el rostro y que disipaba el humo de su cigarrillo, siguió su misma ruta, paciente, tranquilo, esperando, como un buitre que vigila su presa agonizante.




No supo como ni cuando, el camino le había llevado a un lugar oscuro, donde el eco de la soledad se escuchaba a lo lejos, y las alimañas de la noche le asechaban, lo había perdido, se había disipado en las tinieblas, una gota de sudor descendió de su frente, nunca antes experimentó el miedo, pero la duda le punzaba y le torturaba sin piedad, su seguridad y su cordura estaban caminando por un espacio muy delgado, y presuroso, decidió avanzar hasta el final de aquella oscuridad infernal, que le estaba castigando la mente, hasta que finalmente se divisó una luz a lo lejos; se acercó como su instinto le prevenía, como un león que se oculta en la maleza de la sabana Africana acechando al antílope, asi se movía, sin prisa, casi logrando que sus pisadas no tocaran el suelo, lo sintió de nuevo, su presencia, su energía, sus movimientos, buscó su Action Express 50, y decidió llevar a cabo su tarea en un rápido y sorpresivo movimiento, y al salir de las tinieblas, haló del gatillo y la bala se estrelló en el concreto…

Sus ojos se abrieron mas de lo normal, nunca había experimentado tal terror, retrocedió tres pasos, y su rostro se humedeció del cálido sudor que le emanaba de sus poros, un sudor frío, una señal cruel e inequívoca de que su ánimo había cambiado, su cerebro no podía asimilar lo que sus ojos veían…

Ahí estaba su objetivo, su presa, su tarea inconclusa, pegado a sus pies, estampado en el concreto como el agua que adquiere la forma del objeto que la contiene, dependiendo de la luz para poder moverse, y entonces lo comprendió, había sido contratado para matar al causante de proyectar su sombra, un grito de deseperación agotó todo el aire de sus pulmones, y vació el contenido de su arma en el reflejo de su ser, que la luz producía en el suelo…